miércoles, 25 de mayo de 2016

Me gusta ser de aquellas que lo besan todo. Que te hacen sentir que eres la diosa más adorada. ¿Y por qué no? Si para mí en ese momento eres como la salvia que alimenta mis huesos. Una erección latente, que en cada suspiro y gemido quiere arremeter tu deseo.

Siento al demonio enjaulado en el cuerpo, y me descubro buscando bajo tus pieles con la lengua vibrante, el cuerpo jadeante y las manos inquietas, tocándolo todo, con cada dedo absorto en el placer de piel contra piel.

Es que de eso se trata todo. Del roce constante, del sentir palpitaciones ajenas como propias, del respirar al unísono y contemplar el horizonte como si estuviera al alcance de un orgasmo.

ES INTENSO. Lo es.

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