jueves, 13 de agosto de 2015



No quiero escribir más sobre mujeres.

Si pudiera, de hecho, arrancaría de mí el deseo, la pasión y la lujuria.
Borraría cada momento, cada recuerdo. Borraría amaneceres, tardes enteras, noches efímeras y esas madrugadas que me sentí dispuesta a morir ahí mismo.

No quiero dedicarles más poesía-basura, ni canciones repetidas, ni pensar cuál será su flor preferida o cualquier otra estúpida mamonería que llamase su atención.

Ojala mis días no tuviesen ese perfume embriagante, ese mover curvado, ese carácter perturbador sumiso-dominante, esa mirada-indiferencia-silencio-complicidad.


¡Oh si! Daría mis ojos y mis manos, mi olfato incluso si es necesario, tan solo para dejar de imaginarme y tramar, cuando la volveré a tener para mi.

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