La rubia y el Blues
Ella no comprendía mis palabras, y yo tampoco
entendía mucho las de ella.
Nos alimentábamos de miradas, de roces nada inocentes, de agitaciones imperceptibles casi, no para nosotras.
Ella bailaba, yo miraba.
Yo bailaba, y ella movía su cadera junto a la mía.
Ella bailaba, y yo deseaba hacer girones de su ropa, y atar con ellos su boca, su lengua, sus apetitos, su savia entera.
Yo bailaba, y ella movía su cadera junto a la mía.
Ella bailaba, y yo deseaba hacer girones de su ropa, y atar con ellos su boca, su lengua, sus apetitos, su savia entera.
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