Ojos como soles negros, pueden ver la culpa que me correo dentro.
No piden explicación de mis pecados, conocen bien cada uno de mis
secretos.
Detenidos en el tiempo observan mis cuestionamientos, de lo que ha
sido, es y pudo ser.
No revelaran la respuesta, no moverán los labios para decirme que
hacer.
Soles negros que me atraviesan como el universo, dividiéndome en
pequeñas y complejas moléculas de energía interminable, nunca destruida,
siempre transformándome.
Pecados cometidos por el deseo y la prepotencia, por la plenitud de un
segundo eternamente efímero e incapaz de saciarme por completo.
Detenida en lo que no podré cambiar, esperando que se levanten los
muertos y nos pongamos a dialogar.
Sabemos que no habrá respuesta ni sentido, no existe el mejor camino.
Errar es divino, explicar el error, demasiado humano.
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