jueves, 3 de junio de 2010

... Eran los ríos libres, y las aguas corrían fluviales por los cuerpos... Era la tierra empapada de armonía, de sentido, de dulzura... Eran nuestras manos alzadas al cielo, gozando del mar en nuestras bocas; Con sus peces fugaces, con su esencia abundante de escondites, donde mi lengua se perdía descubriendo los parajes ... Eran los volcanes moviendose con nuestra furia, eran los riscos mas altos donde los hombres abandonan la cordura, donde el eco se pierde en su perpetuo gemido, y un susurro cálido, paralizante, nos envuelve suavemente hasta adentrarse por los oídos... Era el aroma tan indescriptible como el tiempo, tan indómito como tu cabello dejado a los deseos del viento, era el sol naciendo por tus ojos, que al despertar dormida en el seno de tus montañas, alegraba mi día, dandome fuerzas para levantar la mirada al cielo ...

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